LOS DONANTES SUBEN UN 10,2% Y EL AÑO PODRIA CERRARSE CON 5000 TRASPLANTES


  • Beatriz Domínguez-Gil, responsable de la Organización Nacional de Trasplantes, considera como un «número mágico» llegar a los 50 donantes por millón
  • Daniel Roldán | Madrid 
     
Beatriz Domínguez–Gil tomó el relevó de Rafael Matesanz al frente de la Organización Nacional de Trasplantes hace tres semanas, aunque conoce la casa desde hace más de una década. El objetivo de esta nefróloga compostelana de 46 años es mantener a España como referente mundial.
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–¿Cuál es su reto principal a corto o medio plazo?
–Sí que vemos factible que a igual actividad de donación haya más actividad trasplantadora gracias a las vías de mejora de los últimos años, como la colaboración con los servicios de Urgencias y la atención en asistolia. Pero decimos que nuestro número mágico es el 50 (donantes por millón) y sí que nos planteamos a corto plazo superar los 5.000 trasplantes. Y desde luego nos planteamos ser líderes 25 años más como mínimo.
–Hace nueve años el objetivo eran 40 por millón. ¿Es demasiado optimista?
–Nos marcamos en 2008 el objetivo de 40 donantes por millón y entonces todo el mundo nos criticaba. Era imposible de alcanzar, decían. Nosotros hicimos una evaluación, a pesar de que las condiciones epidemiológicas no eran óptimas, porque afortunadamente en España las muertes por accidentes de tráfico y cerebrovasculares disminuyen. Pero con la asistolia (donación justo después de una muerte no encefálica tras una parada cardiorrespiratoria) conseguimos los 40. Los 50 son muy optimistas, pero se puede alcanzar en determinadas comunidades. Por eso a lo mejor hay que establecer tres niveles: uno mínimo de 40, un nivel óptimo de 45 y otro de excelencia de 50.
–¿Hay margen de mejora en la asistolia y la colaboración con los servicios de Urgencias?
–Son dos vías, con las que empezamos a trabajar desde 2008 y ya mucha más claramente a partir de 2012, que hay que consolidar y mejorar. Ochenta hospitales ya participan en esta donación y hay un gran margen de hospitales que se puedan incorporar. En el aspecto cualitativo, tenemos que enfocarnos en conseguir mejores órganos.
–¿Queda mucho por hacer en la terapia celular?
–Hay muy poca incursión y va a costar un esfuerzo, pero no creo que se ha complicado. Pero la incursión es tan limitada que no se puede anticipar. Pero tanto la población como los profesionales entienden muy bien la donación de órganos.
–¿Como la médula ósea?
–Es un ejemplo. Con el trasplante de progenitores hematopoyéticos gracias al plan de médula ósea el número de donantes ha aumentado de forma exponencial. El primer plan era de 200.000 donantes y se superó. Nos hemos planteado los 400.000 y en un ritmo de cuatro o cinco años podemos llegar al millón.
–¿Qué opinión le merecen los países que convierten a todos sus ciudadanos en donantes?
–La ley de consentimiento presunto se basa en que si una persona en vida no ha dejado su negativa a la donación, se procede a la misma. No se contemplan vías alternativas, como una conversación con la familia. Nosotros no vamos a ir nunca por ahí. No es que funcione mal. En Portugal está dando buenos resultados y vamos a ver qué pasa en Francia porque hace poco que han iniciado este camino. Nosotros damos voz a las familias. Esta forma de trabajar nos está dando buenos resultados.
–¿El turismo de trasplantes es el gran problema para la Organización Nacional de Trasplantes?
–Es un tema complejo. Cuando hablamos de turismo de trasplantes y tráfico de órganos hablamos de pacientes de países acomodados o que pertenecen a una minoría acomodada que viajan a países en desarrollo que no tiene una legislación sobre este tema y se lleva este trasplante, que se ha realizado en un contexto de explotación de un ser humano. España prácticamente está ajena por nuestro gran sistema. Tenemos un proceso muy garantista porque hay tres filtros en los que se evalúa a la persona, no solo desde el punto de vista médico, sino sus motivaciones o la relación que tiene con el receptor. Lo evalúa un médico que es independiente del proceso de extracción de órganos y del trasplante, lo evalúa un comité de ética y tiene que comparecer ante el juez. Tres filtros. Ante cualquier tipo de duda, ese proceso no se lleva a cabo. Es tan garantista que es muy difícil que se lleve a cabo. Por eso nos preocupa relativamente. Lo que sí nos preocupa son los pacientes que pueden acudir a nuestro país atraídos por la eficacia del sistema. En este caso son donantes muertos.
–¿Ha habido muchos intentos?
–Existen resquicios legales para acceder a la lista. Cuantitativamente no es un problema, pero nos preocupa que haya un efecto llamada.
–¿Aplicar un tiempo mínimo de residencia, como solicitó Rafael Matesanz, es una opción?
–Lo estamos estudiando y tenemos que valorar muy pormenorizadamente los pros y los contras.

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